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CONCENTRACION POR MUERTES EN NUESTRAS COSTAS

Si la costra de la costumbre que nos inmuniza aún no nos ha cubierto por completo, seguro nos han llamado la atención las palabras utilizadas por la prensa la semana pasada al hablar de los nuevos naufragios hace ocho días en las playas de Níjar: “lanzados al mar” “un número indeterminado de personas” “se investigan las circunstancias”.

Me atrevo a decir que pueden ahorrarse la investigación. Las circunstancias que han provocado estas muertes son de sobra conocidas, son las mismas que, desde hace tantos años, han lanzado al mar y han llevado a la muerte a más de 31.000 personas en el mediterráneo desde que se tienen registros. Son las mismas necesidades de pan y de justicia, la misma huida de hambres, guerras y usurpación de recursos materiales las que lanzan al mar a estas personas.

Llevamos más de veinte años, concentrándonos, diciendo “no más muertes para llegar a Europa”, denunciando lo injusto de la muerte de hombres, mujeres, niños y niñas, muertes que no tienen sentido, que nos siguen recordando el mundo insolidario que hemos creado. En un mundo que ya no se estremece aunque se masacren países enteros como Gaza, o que no critica que se invierta el dinero que haga falta para agotar antiguo armamento y probar nuevo como en Ucrania; estas muertes nos recuerdan que nos estamos volviendo insensibles ante los dramas cotidianos. Estas personas “lanzadas al mar” por la injusticia y la desesperación nos recuerdan que cada vez perdemos más nuestra humanidad, nuestra capacidad de estremecernos ante el dolor humano.

Pero a pesar de llevar años concentrándonos y de que nada cambie, seguimos creyendo en la necesidad de actuar, de trabajar junto a quienes nos recuerdan que “el futuro se decide, en buena medida, hoy”, nuestras actitudes y acciones de hoy conforman el futuro, “es por eso por lo que el futuro nos transforma”, porque nos empuja a ser consecuentes, a concentrarnos una tarde más aquí, denunciando nuevas muertes injustas, porque junto a la solidaridad por el dolor de estas personas con nuestro compromiso defendemos nuestra dignidad como personas, porque queremos conseguir un mundo más justo, más humano, más solidario, por eso estamos aquí construyendo futuro.

Y así, mostramos nuestra repulsa ante este sistema injusto y nuestra solidaridad con sus víctimas, guardando un minuto de silencio. Y recurrimos de nuevo a la poesía de Pilar del Rio para mostrar nuestra indignación.

Al final leímos tod@s juntos nuestras reivindicaciones

  • Mostramos nuestra más absoluta indignación por la continua repetición de esta injusticia que supone tantas muertes para llegar a Europa.
  • Exigimos que se tomen medidas concretas y urgentes para evitar que se vuelva a repetir esta vergüenza, y garantizar la seguridad de las personas que se ven obligadas a migrar.
  • Exigimos que los distintos gobiernos abran vías seguras de migración para las personas que se ven forzadas a dejar sus casas y familias por causa de las guerras, el hambre y las injusticias.
  • Exigimos que se hagan todos los esfuerzos necesarios para respetar la memoria de las víctimas, para identificarlas y comunicar la desgracia a sus familiares.
  • Nuestra sociedad pierde sus valores fundamentales si no reacciona de forma más humana, y nuestras administraciones no pueden parecer, ni aparecer, como insensibles a esta dramática situación.

NO MÁS MUERTES PARA LLEGAR A EUROPA POR UN MEDITERRANEO SOLIDARIO

DESALOJOS EN EL PUCHE

Esta mañana, sin mediar palabra aparece una retro excavadora en el Puche, es una máquina de hierro enorme que sirve para derribar, las hemos visto en la guerra de Gaza.

Salta la alarma porque la máquina no va sola, viene acompañada de la policía. Esto significa que algo se va a hacer. Y, en efecto algo hace, nos dicen que va a «limpiar», y pensamos al principio que van a recoger basura; pero no, es uno de esos giros de nuestro idioma: “limpiar”, magnifica palabra que en este caso se usa para describir un desalojo, ¿qué es lo que se limpia?

Sin mediar, sin dar ninguna alternativa, se disponen a tirar las viviendas de unas personas que, ciertamente merecen algo mejor, pero que al menos tenían «algo» bajo lo que cobijarse. Su único techo desaparece; su vivienda -para nosotros infravivienda- cae bajo la implacable máquina, ante la impotencia y la indignación de los vecinos y vecinas que no entienden por qué se invierte dinero público en derribar estas viviendas cuando hay tanto que arreglar en El Puche.

Seguimos con la misma política: esconder la pobreza, invisibilizarla. Queda muy mal que un país desarrollado como España siga teniendo chabolas, infraviviendas, espacios indignos donde hay personas viviendo. Pero la pobreza está ahí, más o menos escondida pero la tenemos; es una realidad que hay que atajar desde las políticas de vivienda de forma valiente, no escondiendo esta realidad.

Hay que defender la dignidad de las personas. Nosotros creemos que tienen que desaparecer los asentamientos, las chabolas, los garajes utilizados como vivienda, las infraviviendas … pero no ocultando las condiciones en que viven estas personas, sino dándoles una alternativa habitacional.

Seguiremos atentos e informaremos de los pasos que de el Ayuntamiento de Almería en este sentido ya que para hoy se iba a seguir con los desalojos y la «limpieza».

NECESITO ESPERANZA

¡Qué tiempos!, dicen los viejos, ¡qué tiempos nos ha tocado vivir!. Para los jóvenes, sin embargo, no son ni buenos ni malos tiempos, viven desde la inmediatez de las redes sociales, viven desde la felicidad o la desesperación, a veces sin cerebro, que da sentirse aceptado o rechazado socialmente.

A todos, la sociedad nos hace vivir solo el momento, lo efímero, vidas hechas de instantes, sin pasado y sin futuro, vivimos desde el mí, me, conmigo mismo, del individualismo salvaje y desde la convicción del “consumes, luego existes”.

Sin embargo, para los que vivimos en los márgenes de la sociedad, para los excluidos, para las excluidas, todo se complica un poco mas porque queremos vivir como los demás, en lo efímero, en la inmediatez y la aceptación en las redes sociales, estamos empapados hasta los huesos, como el resto, de individualismo y de consumismo, pero nos sabemos al margen, expulsados de una sociedad a la que queremos pertenecer pero que no nos quiere.

En mi barrio hace años que dejó de entrar el autobús y ya nadie pelea por él, en mi barrio mi hija se puso muy enferma a las 3 de la mañana y al llamar a la ambulancia me contestaron que, si tenia coche que la llevara a urgencias, que a esa hora la ambulancia no iba a venir al barrio, me sentí vulnerable y desprotegida, la vida de mi hija parece que no vale nada porque vivo en la exclusión, y la rabia me sube un instante hasta el corazón y la mente, me sube hasta la garganta y grito, pero mi grito está solo, y se queda ahogado en la desesperanza.

Estoy cansada de sentirme marginada, estoy cansada de sentir que mi vida no va a cambiar, cansada de escuchar a mis vecinas decir que no tienen suerte, quizás no es suerte lo que necesitamos, sino esperanza. Estoy cansada de aprender la desesperanza, necesito aprender a tener esperanza en mi vida, necesito ver esperanza en los ojos de mis vecinos y vecinas, en los ojos de los jóvenes y de los niños.

Necesito que comience un tiempo de esperanza, de esa esperanza que no sea una mera ilusión, que no sea como un cohete que estalla en el cielo y por un instante ilumina nuestras vidas con múltiples colores, necesito de esa esperanza que nos anime a seguir adelante, buscando nuevos caminos, nuevas formas de vivir y convivir, de esa esperanza que me hace sentirme y ser persona, y además persona junto a otros.

Necesito sentirme esperanzada, sentir que podemos hacer entre todos que en mi barrio las cosas cambien. Que entre el autobús al barrio, que recojan la basura, que tengamos al menos papeleras, que venga la ambulancia cuando hay una urgencia, sea la hora del día o de la noche que sea. Sentir que mi hija puede tener un futuro mas allá de la pantalla del móvil y de la basura de la calle, mas allá del consumismo y de las fakenews, mas allá de sentirse excluida porque es pobre, o porque es inmigrante.

Sí, inequívocamente, lo que yo necesito, lo que mi hija necesita, lo que necesita mi barrio es ESPERANZA.

REUNIÓN CON EL DEFENSOR DEL PUEBLO ANDALUZ

La Asociación ha acogido la reunión de Jesús Maeztu, Defensor del Pueblo Andaluz, con la Mesa del Tercer Sector de Acción Social de Níjar.

Las diez organizaciones sociales que forman la Mesa del Tercer Sector de Nijar se han reunido en la Sede de Almería Acoge con el Defensor del Pueblo Andaluz. Los temas tratados se han centrado en la preocupación por lo que las entidades participantes interpretan como  incumplimiento reiterado de la legislación vigente por parte del Ayuntamiento de Níjar en cuanto al empadronamiento de personas que residen en su termino municipal. Se trata de una realidad ya conocida, ya denunciada con anterioridad y que vuelve a repetirse incomprensiblemente, ya que ajustar el padrón a las personas que realmente residen en un municipio solo trae ventajas para toda la población (baste recordar, por ejemplo, que la dotación de servicios fundamentales como la sanidad pública depende del número de personas empadronadas), mientras que la dificultad de acceso al mismo es una traba importantísima para el proceso de normalización e inserción social, documental y laboral de las personas inmigrantes, ya que no les permite ser sujeto de derechos fundamentales.

Así mismo, el Defensor se ha manifestado muy preocupado por la falta de alternativas de alojamiento ante el próximo desalojo de un asentamiento también en Níjar. Por más que no haya sido promovido por el ayuntamiento sino por el propietario del terreno, sigue siendo competencia de la administración local procurar que nadie quede en situación de calle tras un desalojo, y más cuando afecta directamente a varias familias con menores a cargo.

El Defensor del Pueblo ha manifestado su reconocimiento por la preocupación y el trabajo que las organizaciones miembro de esta Mesa hacen en beneficio del municipio de Níjar en su conjunto. Reiteramos nuestro agradecimiento a  la dedicación y el esfuerzo que el Defensor, junto con sus asesoras, sigue prestando a nuestra provincia.

UNA REFLEXIÓN SOBRE EL DESALOJO

«Los días pasan y no suelen ser muy diferentes. Esta noche no he podido dormir. Me he levantado a las cinco de la mañana, inquieto. He ido al salón de mi casa, he encendido la televisión, he sacado de la nevera una botella de agua fría y he mirado las noticias en el móvil hasta que ha sonado el despertador. Ya estaba despierto, pero necesitaba despejarme, así que me he dado una ducha caliente. Después, he bebido otro vaso de agua y he comido un trozo de pan. No tenía mucha hambre. Al terminar, me he cepillado los dientes, he bajado al garaje, he cogido mi coche y he ido al trabajo.

Al llegar, he encendido el ordenador, revisado los correos y, como todas las mañanas, he ido con mis compañeras al bar de al lado a tomar café. Allí ya nos conocen; saben cómo me gusta el café y el trato es familiar.

Pero pronto me he dado cuenta de que no era un día normal. El teléfono no paraba de sonar: llamadas de distintos medios que querían la opinión del director sobre el desalojo que está a punto de suceder el 25 de febrero en una finca privada situada en el paraje Los Bojares, en Níjar (Almería). En esta ocasión, no es una entidad pública la que reclama el suelo, sino el propietario, que quiere recuperar la finca para su uso.

En ese asentamiento viven 60 personas, incluidas familias con menores. Son personas que trabajan. Niños que van a la escuela. Padres y madres que cuidan de sus hijos. Son trabajadores agrícolas que se levantan todas las mañanas para sostener el campo almeriense: ese que tantas alegrías nos ha dado y que, al mismo tiempo, castiga a tantos otros.

Esta mañana, ellos no han seguido el mismo proceso que yo. No han encendido la luz porque no tienen. No han abierto el grifo para beber agua potable porque no hay. No han sacado comida de un frigorífico porque, si lo tienen, es con la inestabilidad de un tendido eléctrico precario, insuficiente para 60 personas.

Hoy han despertado con la noticia de que perderán su hogar. Porque, dentro de la precariedad y la vulnerabilidad, ese sigue siendo su hogar. Tan digno como las mansiones de aquellos para quienes trabajan.

Algunas familias han decidido dejarlo todo —lo poco que les queda— e irse a Murcia en busca de una nueva vida. Otras intentarán sobrevivir en otros asentamientos de la zona.

La justicia sigue su curso y su respuesta es lícita. Pero la respuesta de la administración es, como de costumbre, ausente.
Un desalojo siempre debería ir ligado a un realojo.

El campo almeriense sobrevive gracias a la mano de obra de miles de migrantes que trabajan en un sector del que los españoles se alejaron hace tiempo. Algo debe de estar pasando en el campo para que los únicos que quieran trabajar en él sean aquellos que no tienen otra opción.

Después de tantas llamadas y las explicaciones de mi jefe, he salido tarde del trabajo. Una mujer del barrio, agradecida por lo que hacemos, nos ha traído cuscús para todo el equipo. Hemos comido juntos, al estilo africano, todos del mismo plato.

Al terminar, he cogido el coche y he vuelto a casa. Me he tumbado en mi cómodo sofá, luego he salido a pasear para despejarme y después he vuelto al mismo sofá. Me he preparado la cena y, tras comer, me he puesto a escribir.

No he dejado de pensar ni un solo momento que todo el revuelo de hoy es la realidad diaria de miles de personas. La única diferencia entre ellos y yo es que he tenido la suerte de nacer al otro lado del Mediterráneo.

Y mientras escribo, con todas las comodidades del mundo rico, me pregunto: ¿qué está pasando por la cabeza de nuestra sociedad para que siempre culpemos de todos los problemas a los más vulnerables?

Tenemos miedo de perder la cultura europea. Pero si la respuesta ante la injusticia es señalar al más débil, quizás el problema no sean ellos. Quizás el problema sea nuestra propia cultura.»

Alfonso García Moreno

18 De Diciembre: Día Internacional Del Migrante

Queríamos empezar esta reflexión con algo que nos recuerda la UNESCO: «La migración es un fenómeno mundial impulsado por muchas fuerzas. Estas comienzan con aspiraciones de dignidad, seguridad y paz. La decisión de salir de casa es siempre extrema y, con demasiada frecuencia, el comienzo de un viaje peligroso, a veces con un final fatal».

Queremos aprovechar este día para volver a poner la reflexión de un grupo de chicos que han hecho ese viaje peligroso y que nos recuerdan todo lo que han perdido en el y todo lo que su tierra está perdiendo. Una reflexión muy profunda.

«Soy África. Todos me conocen y saben dónde estoy. Soy hermosa por dentro y por fuera; tengo desiertos infinitos, selvas y ríos que cuentan diferentes historias. Pero también llevo cicatrices que crecen cada día, ausencias que duelen y sueños que nunca vuelven.

Tengo una pena en lo más profundo de mi corazón porque mis hijos me dejan con la esperanza de encontrar algo mejor, y muchos no regresan a mí. Mis hijos buscan aquello que no encontraron en mi seno, no porque yo se lo haya negado, sino porque el mundo me ha saqueado y me ha olvidado. Cada día los veo partir, sabiendo que algunos nunca volverán, sabiendo que las olas reclamarán sus vidas antes de que puedan tocar otras tierras. Aunque algunos logran llegar, mis llantos son por aquellos cuerpos que flotan en el mar sin ninguna dirección.

El mar debería ser un puente para cruzar, pero se ha convertido en un cementerio de almas y sueños. Conozco cada cuerpo que se hunde en sus aguas. Sé sus nombres, sus historias, sus anhelos y sus ilusiones. Eran madres, padres, hermanos, hijos. Eran mis hijos. Y el dolor de perderlos me atraviesa el alma como un cuchillo afilado. ¿Dónde está la justicia para ellos? ¿Por qué sus vidas valen menos solo porque nacieron en mi suelo?

Soy rica en recursos, en cultura, en historia, pero también soy prisionera de la codicia humana y de la indiferencia de un mundo que cierra los ojos a mi sufrimiento. Me pregunto cuánto más debo llorar por mis hijos antes de que se entienda que ellos no emigran por elección, sino por necesidad. Cada patera que se pierde, para el mundo es solo un número más, pero yo no los olvido. Los llevo en mi corazón, aunque el mundo los deje atrás. Cada ola que veo y siento me recuerda a esos hijos e hijas que perdí porque buscaban un futuro mejor.

Mis lágrimas brotan porque sé que merecían algo más que una muerte solitaria. Me rompe el corazón ver familias destrozadas, hijos huérfanos, mujeres y niñas solas. Y mientras el mundo siga ignorándolos, mi llanto no cesará, porque ellos son y siempre serán parte de mí».

MUERTES ESTRECHO Y CÍRCULO DE SILENCIO

El pasado 29 de noviembre, nos llegaba la noticia de otras nueve personas que han ahogado sus sueños en el mar, nueve nuevas vidas perdidas en el mar de la injusticia y la desesperación. Dos cadáveres aparecieron el mismo día, otros siete forman parte de la larga lista de desaparecidos.

Por eso, una vez más, nos vemos obligados a hacer coincidir la celebración del Círculo de Silencio y la concentración “No más muertes para llegar a Europa”, porque la muerte de quienes solo buscan mejorar su vida continúa convocándonos con su grito sepultado en el agua.

Las últimas, han sido siete gotas más en ese mar de pérdidas y dolor que padece el continente africano.

Hoy tenemos la suerte de contar con las palabras que nos facilitan un grupo de jóvenes africanos que la semana pasada reflexionaban sobre este drama en primera persona y nos hablan en nombre de África, en nombre de la tierra que les vio nacer y que no ha podido verles hacerse viejos entre los suyos.

Estas son sus palabras:

«Soy África. Todos me conocen y saben dónde estoy. Soy hermosa por dentro y por fuera; tengo desiertos infinitos, selvas y ríos que cuentan diferentes historias. Pero también llevo cicatrices que crecen cada día, ausencias que duelen y sueños que nunca vuelven.

Tengo una pena en lo más profundo de mi corazón porque mis hijos me dejan con la esperanza de encontrar algo mejor, y muchos no regresan a mí. Mis hijos buscan aquello que no encontraron en mi seno, no porque yo se lo haya negado, sino porque el mundo me ha saqueado y me ha olvidado. Cada día los veo partir, sabiendo que algunos nunca volverán, sabiendo que las olas reclamarán sus vidas antes de que puedan tocar otras tierras. Aunque algunos logran llegar, mis llantos son por aquellos cuerpos que flotan en el mar sin ninguna dirección.

El mar debería ser un puente para cruzar, pero se ha convertido en un cementerio de almas y sueños. Conozco cada cuerpo que se hunde en sus aguas. Sé sus nombres, sus historias, sus anhelos y sus ilusiones. Eran madres, padres, hermanos, hijos. Eran mis hijos. Y el dolor de perderlos me atraviesa el alma como un cuchillo afilado. ¿Dónde está la justicia para ellos? ¿Por qué sus vidas valen menos solo porque nacieron en mi suelo?

Soy rica en recursos, en cultura, en historia, pero también soy prisionera de la codicia humana y de la indiferencia de un mundo que cierra los ojos a mi sufrimiento. Me pregunto cuánto más debo llorar por mis hijos antes de que se entienda que ellos no emigran por elección, sino por necesidad. Cada patera que se pierde, para el mundo es solo un número más, pero yo no los olvido. Los llevo en mi corazón, aunque el mundo los deje atrás. Cada ola que veo y siento me recuerda a esos hijos e hijas que perdí porque buscaban un futuro mejor.

Mis lágrimas brotan porque sé que merecían algo más que una muerte solitaria. Me rompe el corazón ver familias destrozadas, hijos huérfanos, mujeres y niñas solas. Y mientras el mundo siga ignorándolos, mi llanto no cesará, porque ellos son y siempre serán parte de mí».

Esta tarde nos reunimos de nuevo para reivindicar el rostro humano de Europa, para volver a poner sobre la mesa de discusión política el valor de la fraternidad sin la que la libertad se queda en pura economía. Hacemos nuestro el llanto de África y de todas las madres que lloran por sus hijos e hijas.

Alguien que los llore,

ya no pido más que eso,

no espero que desaparezcan las fronteras

no creo que se borren muros y alambradas,

no cesarán las guerras

y las seguirán perdiendo los de siempre,

no cambiará el sistema, el dinero, el poder…

no habrá vías seguras para escapar del hambre,

para sacudirse de encima tanta injusticia,

para huir de la muerte.

seguirán llamando las familias,

seguirán buscando las madres,

añorando los hermanos,

extrañando las hijas.

No pido enterrarlos dignamente,

nos seguirán acompañando en la espuma del mar

o en una tumba sin nombre.

Ya solo espero que me siga estremeciendo el corazón,

que me duelan las tripas,

que las entrañas no se cierren para siempre,

solo pido que, también en este lado del mar,

haya alguien que los llore,

ya no pido más que eso.

Intentemos imaginar los nombres, los rostros, la edad, la familia… de estas últimas siete personas fallecidas. Ojalá que aprendamos a llorar desde la compasión y así que las lágrimas nos aclaren la mirada y sepamos descubrir en cada persona una ocasión para el encuentro y en ninguna de ellas una amenaza; ojalá que el llanto nos ablande el corazón y sepamos descubrir en toda persona una igual y desterremos por fin la palabra forastero, porque nadie quede fuera de ningún sitio ni de ninguna persona. Por eso, en recuerdo de sus vidas, hacemos ahora un minuto de silencio.

Y utilizamos la poesía de Pilar del Rio para expresar nuestra solidaridad con todas estas personas.

Y, una vez más, unimos nuestro silencio respetuoso y nuestra voz para repetir juntos estas
reivindicaciones:

  • Mostramos nuestra más absoluta indignación por la continua repetición de esta injusticia que supone tantas muertes para llegar a Europa.
  • Exigimos que se tomen medidas concretas y urgentes para evitar que se vuelva a repetir esta vergüenza, y garantizar la seguridad de las personas que se ven obligadas a migrar.
  • Exigimos que los distintos gobiernos, abran vías seguras de migración para las personas que se ven forzadas a dejar sus casas y familias por causa de las guerras, el hambre y las injusticias.
  • Exigimos que se hagan todos los esfuerzos necesarios para respetar la memoria de las víctimas, para identificarlas y comunicar la desgracia a sus familiares.
  • Nuestra sociedad pierde sus valores fundamentales si no reacciona de forma más humana, y nuestras administraciones no pueden parecer, ni aparecer, como insensibles a esta dramática situación.

NO MÁS MUERTES PARA LLEGAR A EUROPA
POR UN MEDITERRÁNEO SOLIDARIO

CONCENTRACIÓN MUERTES EN EL ESTRECHO

Hace unos días nos preguntaba un persona cercana que si lo de las concentraciones por las Muertes en el Estrecho tenía sentido. La pregunta era con buena intención y nos hizo pensarnos lo que estamos haciendo. Pero si piensas y, sobre todo, si miras a alrededor y se llega a una conclusión: habría que concentrarse por todas las muertes injustas que se producen a nuestro alrededor pero no podemos.

Habría que concentrarse por las muertes en las guerras, todas muertes injustas, pero también por situaciones más cercanas: muertes por falta de medios en sanidad, en residencias de ancianos, muertes por negligencias en los trabajos para ahorrar dinero, muertes por estrés en trabajos inhumanos, muertes por falta de medios ante fenómenos adversos, muchas muertes injustas, la mayoría por motivos económicos, pero no podemos concentrarnos cada vez porque sería imposible.

Nuestras concentraciones van más allá de denunciar las muertes en concreto que se producen, que ya solo esto merece la pena por la dignidad de la vida de las personas que la han perdido. Nuestras concentraciones denuncian una forma sociedad donde la vida está perdiendo valor y se consideran solo cifras que al final no nos afectan, donde lo que manda es lo económico y esto se pone por encima de la vida del ser humano.

La semana pasada dos personas dejaron sus vidas cerca de la costa de El Ejido, dos personas de las que no sabemos su nombre, pero no son dos personas anónimas. Seguro que tenían familia y amigos que sabía sus nombres, conocían su vida y la compartían. Dos personas con su dignidad, sus sueños, sus anhelos, dos personas que intentando vivir se han dejado la vida. Pero no han dejada la vida porque si, han dejado la vida porque una sociedad injusta a nivel mundial los obligaba a vivir en la pobreza, a no tener esperanza, a necesitar escapar de una situación en la que no podían seguir viviendo, tenían derecho a no tener que migrar, pero tenemos que darle derecho a migrar si lo necesitan, a migrar con seguridad, sin miedo, sin pérdidas de vida.

Estas dos personas que han muerto solo serán, para muchos, un número, para otros ni eso, una pequeña reseña en un periódico. Para nosotros son el reflejo del sufrimiento que genera una manera criminal de entender la vida, una manera donde todo lo reducimos a lo económico.

Escuchamos la canción de «Un millón de muertos»

Si, creemos que hay que seguir denunciando estas injusticias y lo seguiremos haciendo. Sabemos que
hay más voces haciéndolo y con ellas uniremos nuestra lucha por la dignidad, por cambiar las consecuencias de esta sociedad: la muerte para los que no llegan y la criminalización y la exclusión
social para quienes consiguen escapar de la tragedia.

Por eso repetimos una vez más que estamos aquí porque no queremos sentirnos cómplices, mostramos
nuestra repulsa ante este sistema injusto y nuestra solidaridad con sus víctimas, guardando un minuto
de silencio.

Recurrimos de nuevo a la poesía de Pilar del Rio para mostrar nuestra indignación.

Y repetimos juntos, una vez más, nuestra reivindicación:
– Mostramos nuestra más absoluta indignación por la continua repetición de esta injusticia que supone tantas muertes para llegar a Europa.
– Exigimos que se tomen medidas concretas y urgentes para evitar que se vuelva a repetir esta vergüenza, y garantizar la seguridad de las personas que se ven obligadas a migrar.
– Exigimos que los distintos gobiernos abran vías seguras de migración para las personas que se ven forzadas a dejar sus casas y familias por causa de las guerras, el hambre y las injusticias.
– Exigimos que se hagan todos los esfuerzos necesarios para respetar la memoria de las víctimas, para identificarlas y comunicar la desgracia a sus familiares.
– Nuestra sociedad pierde sus valores fundamentales si no reacciona de forma más humana, y nuestras administraciones no pueden parecer, ni aparecer, como insensibles a esta dramática situación.

NO MÁS MUERTES PARA LLEGAR A EUROPA POR UN MEDITERRÁNEO SOLIDARIO

SEMANA CONTRA LA POBREZA. MUERTES EN EL ESTRECHO

Esta semana la plataforma Almería Contra la Pobreza, de la que Almería Acoge es parte, está celebrando la semana contra la pobreza. Desgraciadamente hemos tenido que unir a esta celebración una concentración por la Muertes en el Estrecho, ya que ha habido tres nuevos fallecidos.

El lunes participamos en el encuentro interreligioso donde lo que más destacó fue la necesidad de aprender a convivir entre las distintas religiones, el rechazo absoluto a las guerras y, especialmente, aquellas que dicen basarse en motivos religiosos.

Una vez más nos vemos obligados a hacer coincidir la celebración del Círculo de Silencio y la concentración “No más muertes para llegar a Europa”, porque la muerte de quienes solo buscan mejorar su vida, continúa convocándonos con su grito sepultado en el agua.

Nos hemos convocado esta tarde para lanzar un mensaje en silencio. Un mensaje de indignación y de solidaridad, silencios de rabia y de compasión, silencios de duelo y pésame y mensajes de unidad y lucha por la justicia.

Guardaremos silencio porque durante este año 2024 han fallecido en las costas españolas 4.890 personas, 4.808 intentando llegar hasta canarias, 82 en las costas de esta parte del Mediterráneo.
Hace un par de semanas murieron 57 personas, en Canarias en la isla de hierro tras naufragar la patera en la que viajaban, esta ha sido considerada la mayor tragedia migratoria que ha vivido esta isla en las 3 últimas décadas, la semana pasada un nuevo muerto y no se sabe cuántos desaparecidos en la costa de Almería. Ayer mismo, tres nuevas vidas desaparecieron bajo el mar frente a las playas de Garrucha, tres nuevas personas sepultadas en la fosa común del mar mediterráneo, una fosa común que, como todas las fosas comunes, está llena del producto de la injusticia, que, como todas las fosas comunes, oculta los cuerpos de quienes han sido descartados por el sistema, dejados en la cuneta genocida de nuestras bien protegidas fronteras.

CANCIÓN: UN MILLÓN DE SUEÑOS (Cecilia)

No conoceremos sus nombres, ni sus apellidos, esta tragedia repetida, estas muertes, se envolverán, como otras, en la amalgama bárbara de la anestesia colectiva en la que se ha convertido el recuento anónimo de cadáveres.

Pero no podemos conformarnos. Todos los muertos tienen nombres y apellidos y tenían la esperanza de encontrar aquí lo que en sus países no tenían: la paz, comida, un trabajo, una casa. Este mes, en Andalucía, ha subido el paro, mientras crecen las alertas de la patronal del metal o de la construcción, de que hay muchas vacantes, puestos de trabajo que no se cubren, que aquí cuesta mucho encontrar peones, operarios, por eso miran ya hacia otros países, hacia posibles trabajadores extranjeros que quieran asumir los trabajos que no se cubren con mano de obra local.

Entonces si nos acordaremos de ellos, entonces si nos acordaremos de estos muertos, entonces sí importarán sus nombres y apellidos, aunque algunos hoy ni se dignen a levantarse durante 1 minuto de silencio para recordar Nosotros, quienes estamos esta tarde aquí, no queremos ser contados entre quienes no se estremecen ante el sufrimiento y la muerte. No guardamos un silencio cómplice, nos concentramos para hacer un silencio acusador, silencio digno, silencio indignado ante la injusticia.

CANCIÓN: LA VOZ DEL SILENCIO. (Salomé Arricibita).

Dentro de muy poco, celebraremos el día de todos los santos y nos uniremos en el recuerdo de todos los difuntos, ojalá tengamos un recuerdo para todos estos muertos que honramos ahora con la poesía de Pilar del Rio.

Y, una vez más, unimos nuestro silencio respetuoso y nuestra voz para repetir juntos estas reivindicaciones:

– Mostramos nuestra más absoluta indignación por la continua repetición de esta injusticia que supone
tantas muertes para llegar a Europa.
– Exigimos que se tomen medidas concretas y urgentes para evitar que se vuelva a repetir esta vergüenza,
y garantizar la seguridad de las personas que se ven obligadas a migrar.
– Exigimos que los distintos gobiernos, abran vías seguras de migración para las personas que se ven
forzadas a dejar sus casas y familias por causa de las guerras, el hambre y las injusticias.
– Exigimos que se hagan todos los esfuerzos necesarios para respetar la memoria de las víctimas, para
identificarlas y comunicar la desgracia a sus familiares.

Nuestra sociedad pierde sus valores fundamentales si no reacciona de forma más humana, y nuestras
administraciones no pueden parecer, ni aparecer, como insensibles a esta dramática situación.

NO MÁS MUERTES PARA LLEGAR A EUROPA
POR UN MEDITERRÁNEO SOLIDARIO

DERECHOS RETORCIDOS

Los derechos son normas que reconocen y protegen la dignidad de todos los seres humanos. Estos derechos rigen la manera en que los individuos viven en la sociedad y se relacionan entre sí, al igual que sus relaciones con el Estado y las obligaciones del Estado hacia ellos.

Las leyes relativas a los derechos exigen que los gobiernos hagan determinadas cosas y les impide hacer otras. Las personas también tienen responsabilidades; así como hacen valer sus derechos, deben respetar los derechos de los demás. Ningún, gobierno, grupo o persona individual tiene derecho a llevar a cabo ningún acto que vulnere los derechos de los demás.

Hasta aquí parece estar todo claro, pero ¿cómo encajamos el derecho a una vivienda digna en todo esto?

El artículo 47 de la Constitución Española declara que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada y atribuye a los poderes públicos la obligación de promover las condiciones necesarias y establecer las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación.

Hagamos un ejercicio de imaginación e imaginemos, aunque igual no es fácil, que esto se cumple y todo español y española disfruta de una vivienda digna y adecuada, que cualquier español o española puede destinar el 43% de su salario (según el INE) a una vivienda digna y seguir viviendo dignamente, cosa que no es sencilla, o que el Estado ha garantizado el derecho a esa vivienda digna en el caso de no poder hacer frente a ese gasto.

Después de imaginar todo esto hay que preguntarse ¿qué pasa con las personas extranjeras?

El 13.4% de la población que habita en España es extranjera, 8.775.213 personas, ¿hay que entender que estas personas no tienen derecho a esta vivienda digna y adecuada?

Vayamos más allá ¿qué pasa con las personas en situación irregular, esos extranjeros de segunda, los inmigrantes (porque en España solo es inmigrante el que viene de manera irregular o no es blanco caucásico, no me pregunten por qué)

Pues yo les diré qué pasa. Pasa que la imposibilidad de presentar una nómina (recordemos que para pasar de irregular a regular hay que, no solo sobrevivir 3 años, sino poder demostrarlo) dificulta aún más la consecución de lo que, para otros, es un derecho, la vivienda digna y adecuada. Personas que han cumplido con todo lo que se les pide cuando llegan aquí que, básicamente, es sobrevivir sin molestar, que se adapten a nosotros, que trabajen en lo que no queremos, cobrando lo que no queremos cobrar los españoles. En muchos casos son familias que han escolarizado a sus hijos, están aprendiendo el idioma y las costumbres, en resumen, están haciendo un esfuerzo de integración a pasar de las dificultades que les plantea el nuevo contexto social.

En la Asociación Almería Acoge llevamos trabajando con población migrante desde hace más de 35 años y contamos con programas financiados por el Ministerio que garantizan el acceso a una vivienda digna de manera temporal, tanto a personas recién llegadas como a jóvenes que llegaron siendo menores y, al cumplir la mayoría de edad, salen de los centros de tutela.

Desde Almería Acoge se trabaja diariamente para que familias, jóvenes, o personas que vinieron solas logren la independencia de los programas, trabajamos para devolverles la dignidad y autonomía que muchos perdieron en el camino y para conseguir la plena inclusión de estas personas en la sociedad almeriense. Pero el acceso a la vivienda es el talón de Aquiles de nuestros programas (recordemos que estábamos imaginando que el resto de población tienen cubierto este derecho como la Constitución indica) y se nos hace imposible conseguir viviendas tanto para garantizar el acceso temporal como para que estas personas logren su independencia una vez finalizada su estancia con nosotros.

Por eso hacemos un llamamiento a repensar nuestro modelo de mercado inmobiliario, tanto a nivel social como individual, a recordar por qué se creó un Articulo 47 en la Constitución y a dejar de ver la vivienda digna como un negocio y al prójimo como un okupa.

Rafa Sánchez Guiard