CONCENTRACIÓN MUERTES EN EL ESTRECHO

CONCENTRACIÓN MUERTES EN EL ESTRECHO

Hace apenas 10 días nos cocentrábamos por las muerte en el estrecho y hoy, por desgracia más muertes, más desaparecidos, más personas jugándose y perdiendo la vida por llegar a una Europa que los recibe como criminales, que busca escusas para no atenderlos, para no recibirlos como se merecen, como personas que han dejado todo para conseguir algo.

El comunicado que hemos leido hoy:

Concentración en Almería, 4 de diciembre, Plaza del Educador, 19,30h.
De nuevo la muerte, de nuevo tres cadáveres, tangibles, traducen la esperanza en muerte; una persona más ha desaparecido con seguridad, otras 28 están siendo buscadas y no se sabe nada de su paradero; son las ausencias que traducen la desesperación en olvido.

De nuevo nos concentramos para manifestar nuestro pesar por estas personas fallecidas, ahogadas, al menos cuatro nuevas personas que suman 89 solo en nuestras costas más cercanas, suman 89 muertos a esta lista macabra, 89 nudos en esta cuerda, que deberían ser 89 nudos en nuestras gargantas. Cuatro nuevos frutos de la injusticia de un Norte rico, obeso, obsesionado por su seguridad y su bienestar, y un Sur despojado, maltratado, masacrado y sin futuro que intenta huir desesperadamente de la muerte cotidiana, de la asfixia diaria de la pobreza, la injusticia y la guerra.

Una vez más nos concentramos para denunciar la ocultación de quienes consiguen llegar, encarcelados unos, explotados otros, empobrecidos todos, apartados, excluidos de una sociedad que además olvida y no mira de frente los cadáveres de quienes no consiguen llegar, de los que mueren ahogados en el intento de llegar a zonas más seguras y prósperas, como también intenta ocultar a quienes mueren directamente en su propia tierra, acribillados por armas y por intereses fabricados en nuestro mundo del Norte, también en nuestra tierra; armas e intereses que son realmente los causantes de la pobreza, de la
injusticia y de la muerte.

En este día 4 de diciembre, cuando celebramos actos para reivindicar la memoria identitaria de Andalucía, estamos obligados a reivindicar también esta otra memoria, la de quienes pierden la vida en el mar intentando llegar hasta nosotros. Ojalá que la
persistencia y la ocultación de este otro presente del que también somos responsables, no se siga convirtiendo en memoria de vergüenza para nuestros hijos.

Ante la tragedia repetida, ante los silencios cómplices de unos y las actitudes vergonzosas de otros, nosotros mostramos una vez más nuestra repulsa, nuestro dolor y nuestra solidaridad, utilizando la poesía de Pilar del Rio.

“Mi hijo muere cada tarde en el mar.
Mi hijo tiene 18 años, y 26 y 32,
tiene todas las edades en las que hay fuerza, pasión y deseos.
Mi hijo sabe que la felicidad no consiste en tener cosas,
pero sabe que hay cosas imprescindibles.
Por eso no pospone su derecho a vivir, a habitar una casa humana,
a compartir con otros que siempre son sus semejantes su historia, su tristeza y sus sueños.
Mi hijo aprendió a aprender.
Mi hijo estudió, mi hijo trabajó en todos los oficios.
Mi hijo se respeta a sí mismo, respeta a su tierra, ama y es amado.
Mi hijo no nació para morir en el mar, ningún Dios lo castigó,
ninguna maldición lo obliga a ser esclavo.
A mi hijo lo mata cada tarde una forma de entender el mundo,
una manera criminal de gobernar
en la que el ser humano no es lo prioritario,
porque el hombre todavía no cotiza en bolsa,
porque los expoliados y olvidados no llenan los bolsillos
de los mil veces malditos que condenan a muerte a mi hijo
y luego besan con reverencia la moneda donde invocan a un Dios.
Con esa moneda que invoca a Dios
y con otras en que aparecen patrias,
los hombres que matan a mi hijo han comprado todas las perversiones y han
cometido todas las ignominias.
Mi hijo es negro, es indio, es blanco, es pobre.
El mundo es suyo, no lo parí en Marte,
no nació con un destino animal porque nació humano.
Mi hijo, cuando muere cada tarde,
seguirá viniendo a esta costa de Europa y del mundo
con su mirada valiente y abierta.
Mi hijo no se rinde,
necesita hacernos comprender que sin él no estamos todos.
Mi hijo, cuando muere, nos deja empequeñecidos,
y él no quiere que su muerte haga desaparecer de la tierra
las palabras más hermosas y los conceptos que nos dignifican.
Mi hijo no puede seguir muriendo
porque con él está muriendo nuestra civilización”.

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Sobre el autor

Juanjo Castillo administrator

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