MUERTES EN EL ESTRECHO

MUERTES EN EL ESTRECHO

No nos queda ni cuerda, los nudos de esta cuerda de muerte nos estrangulan a nosotros también. Los signos se pierden, nos queda el dolor. El dolor de pensar en todas las personas que están perdiendo la vida en las costas entre Marruecos y Andalucía, entre África y Europa. Unos pocos kilómetros que se están convirtiendo en una de las fosas comunes más grandes del mundo; una fosa común más grande que las de muchas guerras, una fosa de la que nadie se hace cargo. Nos queda el dolor de pensar en las familias, en la certeza de la ausencia, en su impotencia ante una situación que quizás conocían de oídas y viven en carne propia. Nos queda la vergüenza de querer compartir nuestro terreno y nuestra forma de vida, y que no nos dejen. Y nos quedan la palabra y el silencio. Una poesía que con una frecuencia desesperante repetimos, deseando no volver a hacerlo. Un silencio que se llena de los nudos en esa cuerda que ya no puede con más.

34 nuevos muertos, al menos 2 niños, más de 220 en lo que va de año. Esos son los que conocemos. La respuesta de los gobiernos: ninguna, quitarse responsabilidades. Según ellos todos han hecho lo posible por evitar estas muertes, aquí se dice que no se podía hacer nada porque eran aguas de Marruecos, allí que llevaban varios días buscando. Desesperación, siempre tienen buenas palabras que decirnos, grandes justificaciones, pero lo cierto es que tras muchos años de procesos migratorios plagados de muertes no se ha hecho nada. Si, cada vez se hace más difícil venir, con lo que el riesgo que se corre es mayor. Quizás le queramos echar la culpa a La Mar, escuchemos la poesía de Paco Galera Collado.

Invasores

La mar
lo devolvió de madrugada,
harta ya de lamerlo.
Su boca ondulada vomitó en la playa otro hombre muerto.
Despojos y estupor en la alborada.

Antes.
Infinitamente antes,
la mar,
embrujada de esperanzas,
arranca al hombre ferozmente de la barca,
lo acuna y lo adormece entre sus brazos
y, robándole los sueños,
le inunda los pulmones sorbiéndole los vientos.

La mar,
madrastra apesadumbrada,
antes que arrepentida,
desea consumar su designio materno.
Lo mece, lo besa y lo acurruca
queriendo despertarlo,
pero se engaña,
lleva en su regazo sólo polvo del desierto.
La mar,
resignada,
antes de abandonarlo,
lo cubre con su penúltimo sudario,
arena fina de playa civilizada,
mostrando la verdadera identidad del hombre:
muerto, sin papeles y sin rostro,
huido de las cadenas y del hambre,
joven pasajero en la barca de Caronte,
viajero sin retorno.

Paco Galera Collado

Juntos proclamamos nuestra denuncia y reivindicación
– Ante los reiterados naufragios que provocan tantas muertes para llegar a Europa, mostramos nuestra más absoluta indignación por la continua repetición de esta injusticia.
– Visto que el control de fronteras sirve, fundamentalmente, para que sigan muriendo personas, exigimos que se tomen medidas concretas y urgentes para evitar que se vuelva a repetir esta vergüenza, y garantizar la seguridad de las personas que se ven obligadas a migrar.
– Exigimos que los distintos gobiernos abran vías seguras de migración para las personas que se ven forzadas a dejar sus casas y familias por causa de las guerras, el hambre y las injusticias.
– Exigimos que se hagan todos los esfuerzos necesarios para respetar la memoria de las víctimas, para identificarlas y comunicar la desgracia a sus familiares.
– Nuestra sociedad pierde sus valores fundamentales si no reacciona de forma más humana y nuestras administraciones no pueden parecer, ni aparecer, como insensibles a esta dramática situación.
No más muertes para llegar a Europa. Por un Mediterráneo solidario.

COMPARTE con tus amigos & COLABORA

Sobre el autor

Juanjo Castillo administrator

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.