Una vez más manifestamos nuestra denuncia y nuestro pesar con el silencio y la poesía, nos reunimos; para no ser cómplices de estos crímenes contra la humanidad, para denunciar la vergüenza que nos provocar no ser capaces de frenar esta sangría y decir públicamente que estamos con ellos, que no los vemos como una amenaza, que no les cerramos las puertas, que repudiamos los sistemas sociales, políticos y económicos que los han condenado a muerte.
Una vez más nos reunimos para gritar con el silencio, con la palabra y con la solidaridad nuestro pesar y nuestra denuncia, nos reunimos para repudiar la muerte y para exigir alternativas que la eviten.
Una vez más manifestamos nuestro pesar por las tres personas desaparecidas el lunes pasado en ese abismo entre el Norte y el sur en que se ha convertido el Mediterráneo, en ese paredón marino donde un mundo injusto ejecuta a los más débiles.
No conocemos sus nombres, ni siquiera sabemos cuántas personas han desaparecido como ellos, sí que sabemos el nombre de Samuel, que con 6 años aparecía muerto la semana pasada en esta orilla del mundo. Samuel, como estos otros, dejó su futuro junto con el de su madre Verónica, junto con sus vidas, con sus ilusiones, con sus miedos, con sus deseos y sus temores. Todos ellos se han ahogado delante de nuestras costas porque nacieron unas líneas más abajo del mapa. Si, más abajo porque, aunque la tierra sea redonda sigue habiendo abajo y arriba, norte y sur en todas las latitudes; continúa habiendo vidas de primera, de segunda y de tercera, e incluso no vidas; personas que no cuentan, vidas que no importan, muertes que no son relevantes.
Son tantas las personas que han muerto que ya son números, estadísticas que hacen parecer que se trata de accidentes. Pero estas muertes no son accidentes, son crímenes que tienen culpables: las mafias que trafican con las personas; los tiranos de los países de origen que continúan saqueando las sobras de lo que saquearon los colonialistas europeos; las potencias y grandes compañías que siguen explotando los recursos naturales sin tener en cuenta a las personas aunque para ello tengan que fabricar guerras o apoyar a los tiranos; y los gobiernos de Europa, los nuestros, que fabrican leyes de extranjería que solo sirven para agravar los problemas cotidianos y no para resolverlos, que ahora se escandalizan y critican la locura de los muros en EEUU pero olvidamos nuestras vallas, nuestras concertinas y nuestras políticas que mantienen la injusticia y la desigualdad al no dejar otra alternativa a estas personas que arriesgar la vida por pura necesidad, por escapar de la guerra, del miedo o de la miseria.
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